Por Bibliotecario
Resumen:
Nacido en el sótano de una librería en el Boston de los años 60, Firmin aprende a leer devorando las páginas de un libro. Pero una rata culta es una rata solitaria. Marginada por su familia, busca la amistad de su héroe, el librero, y de un escritor fracasado. A medida que Firmin perfecciona un hambre insaciable por los libros, su emoción y sus miedos se vuelven humanos. Original, brillante y llena de alegorías, Firmin derrocha humor y tristeza, encanto y añoranza por un mundo que entiende el poder redentor de la literatura, un mundo que se desvanece dejando atrás una rata creativa, una amistad excepcional y una librería desordenada.
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A partir de ese momento, puse todo de mi parte para no verme reflejado nunca, en ningún sitio. Resultaba fácil mantenerse apartado de los espejos, pero las ventanas y los tapacubos de los coches eran otro cantar. Cada vez que captaba una visión de mi mismo en una superficie así, me quedaba instantáneamente horrorizado, como si hubiera visto un monstruo. Claro está que en seguida me daba cuenta de que el monstruo era yo, y solamente yo, otra vez, y no tengo palabras para describir la pena que aquello me causaba. De modo que se me ocurrió un pequeño truco mental; cuando esto sucedía, en lugar de decir «soy yo» y estallar en sollozos, decía «es él» y salía corriendo.
En aquellos primeros tiempos, y sobre todo cuando ya pude acceder a la planta principal, quemaba la vela por ambos cabos a la vez, y, salvo cuando el hambre me obligaba a arrojarme al arroyo en busca de algo que roer, utilizaba la mayor parte de las horas nocturnas en mis lecturas y mis recorridos por la librería, mientras que las horas del día las pasaba en su mayor parte pegado al Globo o al Balcón, no fuera a perderme algo de lo que ocurría en la librería. En dos ocasiones me sucedió que, de puro cansancio, quedé dormido encima de un libro, y ambas veces me desperté del susto, al oír la llave en la cerradura de la puerta principal -Norman abría la tienda-, para tirarme de cabeza al Cubil de la Rata en un santiamén. Y otra ocasión, dando cabezadas en mi puesto de vigía, casi me caigo del Globo.
Desde el Globo, unas semanas antes, atisbé a Norman por primera vez. No completo, sin embargo: sólo la…