Se abren las vacaciones de Semana Santa y es tiempo no solamente de ver nuestras típicas procesiones, sino también de viajar.
Para muchos, uno de los destinos favoritos en estos viajes de primavera es Francia y en este país no solamente Paris es la meta de estas excursiones, sino también Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo.
Los que tengan en mente hacer esta ruta, les propongo que no dejen de visitar Colmar, una de las ciudades más carismáticas de Alsacia y solamente a unos 70 Kms. de Estrasburgo.
En Colmar se encuentra además el retablo más visitado de la pintura francesa después de la Gioconda del Museo del Louvre: El retablo de Issenheim. Esta obra se expone en el Museo de Unterlinden. Originalmente, este políptico fue elaborado para la orden de los antoninos, religiosos consagrados a San Antonio Abad. En 1070 sufrió la región de la Alsacia la epidemia del fuego. En realidad se trataba de una enfermedad producida por un hongo que se albergaba en el pan de centeno, el cornezuelo. Este hongo alucinógeno, producía además de las alucinaciones, debilidad, parálisis muscular, llagas, hasta llegar a la muerte. Raramente la gente que enfermaba se curaba.
Como San Antonio Abad, sufrió en el desierto de muy parecidas enfermedades o penas, los monjes decidieron dedicar la orden a su honor. Estos religiosos criaban animales y alimentaban a los enfermos con ellos, en lugar de pan y los cuidaban hasta la muerte. Es por ello que San Antonio Abad se constituyó en patrón de los animales. En realidad lo que los monjes hacían es lo que más tarde hizo la Madre Teresa de Calcuta, cuidar a los enfermos para que recibieran una muerte digna. Los pacientes eran depositados en las naves del Monasterio de Issenheim donde se encontraba la orden. Para separar la enfermería del altar, encargaron a Matthias Neihardt Gothardt más conocido como Grünewald, que hiciera un retablo. Este es, no solo una obra maestra por la forma en que está pintado, sino que Grünewald fue más o menos el Da Vinci franco-alemán. Pintor e ingeniero hidráulico, imprimió una gran cantidad de símbolos en este retablo. Símbolos que algunos llaman esotéricos, otros espirituales y los más avanzados, muestras de su conocimiento de esa dimensión espiritual que no conocemos y de donde venimos y volvemos.
Y como estamos en tiempo de celebraciones religiosas, para los que quieran visitar otro sitio más de peregrinación, a 90 Kms. de Colmar, se encuentra el Monasterio de Mariastein (Santa Maria de la Piedra o Nuestra Señora de la Consolación), en Suiza. Lugar de peregrinaciones y de milagros (dicen los que los han experimentado).
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