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Posts Tagged ‘cuento’

Por Escribiente

Para compensar el «tono» del post anterior este trata sobre el primer cuento escrito e ilustrado por Juan Berrio.

Solo es un avance (será publicado en otoño) pero en la web del autor ya se puede disfrutar del bonito «Así se hizo» del que os traigo el inicio:

Para ver todo el proceso hasta que finalmente se publica (las vueltas y la gente necesaria para dar forma al proyecto es impresionante) hay que pasarse por su blog personal. Como dicen en alguno de los comentarios: si el cuento es la mitad de bueno que «el cuento sobre el cuento» ya es motivo suficiente para leerlo.

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«El empleado», de Enrique

Por Bibliotecario

El señor Robespierre le habia conseguido empleo; el mas sencillo del mundo. Solo tenía que tirar de la cuerdecita… el resto lo hacía la guillotina.

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Historias Zen

Por Bibliotecario

El gran maestro Taoísta Chuang Tzu soñó una vez que era una mariposa revoloteando aquí y allá. En el sueño no tenía conciencia de su individualidad como persona. Era sólo una mariposa. De pronto, se despertó y se encontró ahí acostado, una persona otra vez. Pero entonces pensó para sí mismo, «¿Era antes un hombre que soñaba ser una mariposa, o soy ahora una mariposa que sueña ser un hombre?»

Después de ganar varios concursos de arquería, el joven y jactancioso campeón retó a un maestro Zen que era reconocido por su destreza como arquero. El joven demostró una notable técnica cuando le dió al ojo de un lejano toro en el primer intento, y luego partió esa flecha con el segundo tiro. «Ahí está», le dijo el viejo, «¡a ver si puedes igualar eso!». Inmutable, el maestro no desenfundo su arco, pero invitó al joven arquero a que lo siguiera hacia la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió hacia lo alto de la montaña hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un frágil y tembloroso tronco. Parado con calma en el medio del inestable y ciertamente peligroso puente, el viejo eligió como blanco un lejano árbol, desenfundó su arco, y disparó un tiro limpio y directo. «Ahora es tu turno», dijo mientras se paraba graciosamente en tierra firme. Contemplando con terror el abismo aparentemente sin fondo, el joven no pudo obligarse a subir al tronco, y menos a hacer el tiro. «Tienes mucha habilidad con el arco», dijo el maestro, «pero tienes poca habilidad con la mente que te hace errar el tiro».

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Por Bibliotecario

Un anciano llamado Chunglang, que quiere decir «Maese La Roca», tenía una pequeña propiedad en la montaña. Sucedió cierto día que se le escapó uno de sus caballos y los vecinos se acercaron a manifestarle su condolencia.

Sin embargo el anciano replicó:

-¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia!

Y hete aquí que varios días después el caballo regresó, y traía consigo toda una manada de caballos cimarrones. De nuevo se presentaron los vecinos y lo felicitaron por su buena suerte.

Pero el viejo de la montaña les dijo:

-¡Quién sabe si eso ha sido un suceso afortunado!

Como tenían tantos caballos, el hijo del anciano se aficionó a montarlos, pero un día se cayó y se rompió una pierna. Otra vez los vecinos fueron a darle el pésame, y nuevamente les replicó el viejo:

-¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia!

Al año siguiente se presentaron en la montaña los comisionados de «los Varas Largas». Reclutaban jóvenes fuertes para mensajeros del emperador y para llevar su litera. Al hijo del anciano, que todavía estaba impedido de la pierna, no se lo llevaron.

Chunglang sonreía.

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