Por Escribiente
Entre las conferencias que se pueden escuchar dentro la página oficial de la Fundación Juan March se encuentra una de Enrique Vila-Matas titulada «Intertextualidad y metaliteratura«, plagada toda ella de citas de escritores (reales y falsas), y numerosas referencias a otros artistas. Hacia el final se puede escuchar el siguiente fragmento en el que habla sobre la novela, la trama y el estilo:
(…) «La trama es una vulgaridad burguesa». Le adjudico la frase a Nabokov, podría ser de Proust. «El estilo avanza dando triunfales zancadas, la trama camina detrás arrastrando los pies». Le adjudico la frase a Jhon Banville, podría ser mía. Es posible que estas dos citas sea como lanzar un balón, como lanzarse al aire y lanzar un balón que no van a devolvernos nunca todos aquellos que tienen todavía el humor de situar a la trama decimonónica en un pedestal absoluto. La novela del futuro verá esa trama como una simpleza que hizo furor en cierta época y se reirá de un tópico que me machacó durante mi primera juventud. Esa idea de que la novela, como bien saben en el mundo anglosajón, me decían, ha de privilegiar siempre la trama. Hoy me alegro de haber visto pronto que aquella idea británica sobre la novela, como con tantas cosas sucedía, no tenía por qué considerarla una regla inamovible. Me moría de risa el día en que le escuché a Kurt Vonnegut decir que las tramas en realidad eran solo unas cuantas y no era necesario darles demasiada importancia. Bastaba con incorporar, casi al azar, una cualquiera de ellas al libro que estuviéramos escribiendo y de esa forma disponer de más tiempo para la forja de lo que realmente habría de importarnos ¿y qué habría de importarnos? El estilo. ¿Cuáles eran esas tramas de las que hablaba Vonnegut? Bueno, Vonnegut se las sabía de memoria. Tenía una lista confeccionada muy perecquiana, muy de Perec. La lista era así:
- Alguien se mete en un lío y luego se sale de él.
- Alguien pierde algo y lo recupera.
- Alguien es víctima de una injusticia y se venga.
- El caso conmovedor de Cenicienta.
- Alguien empieza a ir cuesta abajo y así continua.
- Dos se enamoran y mucha otra gente se entromete.
- Una persona virtuosa es acusada falsamente de haber pecado o de haber cometido un crimen.
- Una persona se enfrenta a un desafío con valentía y tiene éxito o fracasa.
- Alguien inicia una investigación para conocer la verdad de un asunto.
- Alguien da una conferencia a un público y cita a Vonnegut.
- Etc.
¿Y qué sucede cuando no ocurre nada? Termina uno a veces por acordarse de los orígenes de su fascinación por las tramas no convencionales y recuerda cuando descubrió que se podían construir libros libres, de estructuras inéditas, con asociaciones y cavilaciones en torno a centros ausentes. Son las doce y doce de la mañana. Pasa un camión Printemps Brumell. Viento. Pienso en métodos construidos con hiperasociaciones de ideas que como en libros de Savinio o Dalí, no agotan nunca el tema en estudio y observación. Sin duda, una obra maestra absoluta de ese nuevo genero, fue la hipernovela «La vida instrucciones de uso» donde se daban cita (esta novela es de Perec), se daban cita todas las tramas de Vonnegut, todas sin ninguna exclusión, todas, que de paso (aparte de haber sido reunidas todas) a continuación, al final, eran dinamitadas, en una operación parecida a la de Flaubert cuando en «Madame Bovary» acabó con el realismo a base de llevarlo hasta su extremo máximo y ser el más realista de todos (…)
Momentos antes de este fragmento, Vila-Matas inicia un pequeño juego de hiperasocianes que, al hacer referencia a un texto que se puede leer en «Hate Jazz», del que se habló en un post colgado por aquí hace tiempo, aprovecho para continuarlo y dejar abierto para que otros sigan jugando. Es muy sencillo, consiste en asociar palabras, nombres, recuerdos, que nos lleven de un lado a otro, de un género a otro, de una categoría a otra, de un lugar del mundo a otro. Empieza, como he dicho, con un texto que se puede leer en «Hate Jazz» y a partir de aquí quién sabe donde:
«Miles Davis decía que lo más fuerte que había experimentado (con la ropa puesta), fue cuando escuchó por primera vez a Gillespie y Parker, en St. Louis». Charlie Parker, fue un famoso saxofonista conocido como Bird sobre el que Clint Eastwood dirigió una película (lo que ahora llaman un «biopic»), y además fue productor de otra película menos conocida sobre otro músico llamado Thelonious Monk, titulada «No chase no longer». Thelonious fue un prestigioso pianista de jazz que en los últimos años de su vida dejó de interpretar y por este motivo me fascinó, como tantos otros artistas, que en un momento dado de su vida dejan de crear, sin saber muy bien por qué…»
Y continua un humilde Escribiente haciendo hiperasociaciones:
«Artistas del No», así los llama Vila-Matas en su libro «Bartleby y compañía» a este tipo de artistas. En este libro nos cuenta que le gusta escribir escuchando a Chet Baker, otro jazzman, siguiendo las suaves melodías interpretadas con la trompeta. Este instrumento no puede faltar en cualquier banda que se precie como bien sabemos desde un pueblo que «es música». Llegado a este punto me viene a la cabeza «La Peor Banda del Mundo» (en cuanto a formación musical se refiere, no por la calidad, Dios me libre), título de uno de los cómics del portugués José Carlos Fernándes. De este país es también Pessoa, escritor conocido (entre otras cosas) por los heterónimos utilizados para adaptarse a la temática de sus libros, como si de un camaleón se tratase, al igual que hacía, de modo extremo, Leonard Zelig, protagonista de un falso documental titulado «Zelig» interpretado y dirigido por Woody Allen, amante del jazz y de su ciudad, Nueva York…
Y aquí lo dejo para quien quiera continuar…
¿Vonnegut confeccionó esa lista? Un p*to genio.
Bueno, no te fíes mucho de lo que diga Vila-Matas. Como cuenta en la conferencia y he recogido al principio del post, muchas de las citas son inventadas por lo que bien podría ser esta, la lista, una de ellas. En la conferencia cuenta casos en que se ha inventado o ha adaptado citas y cómo luego han sido recogidas por otros como verdaderas. Claro que también podría ser que lo falso es que se inventa las citas. Nunca se sabe.
porque hacer las cosas faciles, si pueden ser dificiles.
Yo no le compraria un auto usado a vila-mata…
Las hiperasociaciones en la literatura y en la vida son como saltar un charco sin calcular bien las distancias: como no tengas cuidado lavarás tu ropa sin poner la lavadora. A fin de cuentas, tanto salto marea.
Nueva York es una ciudad mareante al decir de Delibes, como mareantes le parecen al bibliotecario las hiperasociaciones, a mi no me parecen mareantes sino sugerentes y hasta ingeniosas como seguramente le ocurre al escribiente, a don Nepocuceno Carlos de Cárdenas, el personaje medio filósofo de José Antonio Marina, le parecían tan sugerentes que se inventó un juego entre sus esclavos para que llegaran desde una palabra a otra de significado muy lejano a base de asociaciones, los esclavos se pasaban las tardes del domingo asociando y asociando, es algo que se lleva ahora al extremo lo de asociarse para todo, hay que ser de un club de fútbol y de un partído político y de una religión o en su caso conviene ser ateo, que es otra religión, los ateos lucen mucho y desde luego es más moderno e inteligente ir defendiendo el ateísmo que arrimarse a una religión para que le tachen a uno de retrogrado e ignorante, la ignorancia debería ser un pecado cuando va acompañada del orgullo, no hay cosa más patética y risible que un orgulloso tonto, casi todo el mundo los detecta excepto ellos mismos que jamás llegarán a ser lo suficientemente inteligentes como para conocer su estupidez y escapar de su envanecimiento, quizás yo sea uno de ellos y entonces pido a Dios o a la seguridad social que me conceda la inteligencia suficiente (que me ilumine o que me haga una receta, acaso sea lo mismo) como para darme cuenta de que estoy molestando y además los inteligentes se están riendo de mi, no conviene reirse de nadie, ni siquiera del tonto, hay que ser humilde sin cansarse jamás de serlo porque en la humildad tiene el tonto el asidero para no parecerlo y el listo el peto para no tener que aguantar las insidiosas lanzas de los tontos orgullosos …
Los tontos orgullosos no creo que sean excepción y como todos serán capaces de acabar la senda y seguir, y seguir, haciendo nuevo camino al andar como el caminante de Machado, o como el conejo de Duracell, perdóneseme la comparación por parte de los amantes de la poesía, entre los cuales, he de reconocer, no me hallo, aunque confieso que he disfrutado leyendo la de Mario Benedetti, al cual vi en una película hace años, disfrazado de marinero y recitando uno de sus poemas. La película se llamaba (y se llama) “El lado oscuro del corazón” y como con otras muchas, alguien tuvo la brillante idea de hacer una segunda parte que hizo honor a la sentencia “segundas partes nunca fueron buenas”, que normalmente se refiere a películas aunque bien se podría aplicar a la vida, con charcos o sin ellos, y a las segundas oportunidades, pero pensándolo bien incluso puede ser peor y ahí esta el “no hay dos sin tres” que según las estadísticas está más acertado que el “a la tercera va la vencida”. Puestos a citar y a comentar refranes mejor leer el Quijote y después, o antes, que tampoco es importante, leer, si es posible, el ensayo de Savater titulado “Instrucciones para olvidar el Quijote”, en el que nos dice que lo primero que hay que hacer para olvidar el Quijote es leerlo, y para olvido el mío, que pese a haberme leído el libro de Marina al que hace referencia lucino en el comentario anterior no recordaba yo la historia esa de las asociaciones y el juego entre los esclavos, lo que demuestra, además de que la memoria me falla, que esto de los hiperenlaces no es nuevo y es que está todo inventado, y si algo falta ya lo inventará alguien y lo patentará y se hará millonario…