Por Escribiente
Discurso de Javier Marías durante la ceremonia de la entrega del premio Rómulo Gallegos en 1995
(…) “El filósofo rumano Cioran, muerto recientemente, explicaba que no leía novelas por eso mismo; habiendo ocurrido tanto en el mundo, cómo podía interesarse por cosas que ni siquiera habían acontecido; prefería las memorias, las autobiografiías, los diarios, la correspondencia y los libros de historia.
Si lo pensamos dos veces, tal vez a Cioran no le faltara razón y tal vez sea inexplicable que personas adultas y más o menos competentes estén dispuestas a sumergirse en una narración que desde el primer momento se les advierte que es inventada. Todavía es más raro si tenemos en cuenta que nuestros libros actuales llevan en la cubierta, bien visible, el nombre del autor, a menudo su foto y una nota bibliográfica en la solapa, a veces una dedicatoria o una cita, y sabemos que todo eso es aún de ese autor y no del narrador. A partir de una página determinada, como si con ella se levantara el telón de un tesoro, fingimos olvidar toda esa información y nos disponemos a atender a otra voz -sea en primera o tercera persona- que sin embargo sabemos que es la de ese escritor impostada o disfrazada. ¿Qué nos da esa capacidad de fingimiento? ¿Por qué seguimos leyendo novelas y apreciándolas y tomándolas en serio y hasta premiándolas, en un mundo cada vez menos ingenuo?.
Por qué les gusta a los niños los cuentos? No se lo preguntemos porque quizás no lo sepan, pero es el hecho de poderse sumergir en una historia que les revela mundos imaginanarios a los que no han llegado y sueñan llegar un día. Quizás el ver desarrollada toda una vida en un corto periodo de tiempo, sin esperar a que pasen tres meses hasta que llegue navidad. Quizás el experimentar que no importa todas las hazañas que se hayan de desarrollar, al final, siempre pierde el malo.
Yo no le doy la razón a Julián Marías cuando dice que a la mujer le gusta más la ficción que al hombre. Yo creo que tanto al hombre como a la mujer le gusta leer ficción. Quizás no los mismos temas, pero gracias a Dios a todos nos gusta la ficción. Mi opinión personal es que el leer una novela, una historia no real, tiene mucho que ver con la recuperación de la niñez a la vida de adultos. Es una forma de recobrar el/la niño/ña que llevamos dentro y que nuestro cuerpo al crecer y la sociedad nos han obligado a abandonar. Leer una novela es una forma de retroceder sin que se note, es recuperar una isla sin que se metan contigo, sin que nadie te tilde de infantil. Es la completa libertad en medio de una cárcel de imposiciones. Leer una historia imaginada es el ser sin barreras, no importa de lo que hable la novela, la ficción, se desarrolla una historia que nunca pasaría en nuestra vida y nosotros estamos allí. Luego cerramos el libro o el pc y podemos volver a nuestro salón, jugar con los niños, charlar con los compañeros en el trabajo y aquí no pasó nada. La vida sigue y el drama no existe. Es apasionante que haya cuentos para adultos y que queden ahí, claro! en medio de dos tapas brillantes, sin salir de sus límites.
Creo yo!
Me gusta mucho el texto que has elegido, Escribiente. Quizás en la irrealidad de nuestras respectivas vidas nos encontremos alguna tarde sombría y heladora tomando un té con Sherlock Holmes, al calor de las faldas de una mesa camilla.